martes, 24 de noviembre de 2009
Antropocentrismo y modernidad
«Creced y multiplicaos, y ¡dominad la Tierra!» esta frase del génesis ha tenido una influencia decisiva en la historia de nuestra sociedad. Dos de los problemas más graves que azotan al mundo actual son la superpoblación y la progresiva destrucción de la naturaleza. Mientras tanto suenan insistentes los cantos de sirena. Unos afirman que la causa de todos los males es que el hombre se ha alejado de Dios, otros que todo está en la «naturaleza humana». Unos predican la sumisión a los representantes institucionales de la divinidad en la Tierra, otros, calma y confianza, porque llegado el momento la ciencia nos salvará de nuestros excesos y restablecerán de nuevo el equilibrio. Ambos coinciden en que el hombre está por encima de la naturaleza, y que ésta no es más que un amasijo de recursos esperando ser explotados. El antropocentrismo es el taparrabos cultural e ideológico con el que el capitalismo se cubre sus «vergüenzas». La historia. ¡Dominad la tierra! «El primer hombre que, al cercar un trozo de terreno, pensó y dijo: ‘esto es mío’, y encontró personas tan simples como para creerle, fue un auténtico fundador de la sociedad civil. De cuántos crímenes, guerras y asesinatos, de cuántos horrores y desgracias no se habría salvado la humanidad si alguien hubiera arrancado las estacas de la cerca o rellenado las zanjas gritando a sus compañeros: «¡Guardaos de escuchar a ese impostor! Estáis perdidos si un día olvidáis que los frutos de la Tierra nos pertenecen a todos y la Tierra misma a nadie».
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